Las libélulas, también conocidas en otras partes del mundo como caballito del diablo, matapiojos, folelé o alguacil, son insectos que pasan la mayor parte de su vida cerca de los lagos o charcas, generalmente se encuentran en zonas pantanosas. Este tipo de insecto tiene una forma cilíndrica inconfundible y una capacidad destacable cuando se trata de abarcar amplias distancias en muy poco tiempo, gracias a su rápido movimiento.
Estos insectos de colores llamativos son clave para evaluar el estado de salud en el que se encuentra un determinado ecosistema. Esta especie funciona como bioindicador, mostrando qué tan bien van desarrollándose la flora y fauna, indicando incluso que tipo de acciones serán necesarias para evitar cambios medioambientales negativos en el futuro cercano.
Ciclo de vida de las libélulas
El ciclo de vida de las libélulas consta de tres etapas principales que son:
- La etapa del huevo, cuando este es depositado en superficies con agua como resultado del apareamiento entre el macho y la hembra, a la vez que ambos siguen volando en el acto.
- Posteriormente, del huevo emerge lo que se conoce como ninfa, un insecto similar a su forma adulta pero carente de alas. En su estado de ninfa, dicha especie, continúa viviendo prácticamente hasta pasar hacia la adultez, un periodo que tarda unos 4 años en ser completado.
- En la etapa adulta, gracias al clima adecuado, la ninfa se desarrolla completamente para pasar a convertirse en una libélula. La libélula va arrastrándose poco a poco fuera del agua, dejando atrás la que antes era su piel de ninfa (exuvia). Una vez llegado este punto, la libélula empieza a cazar a otros insectos y buscar a un compañero para fines de apareamiento.
Estas etapas y características convierten a estos insectos en un componente fascinante dentro de cualquier ecosistema.