Con un incremento en la cosecha de dos veces y media de frutos, nuestro Biosólido destaca por sus propiedades y beneficios que aporta a los cultivos de ciclo largo en Yucatán, entre ellos dos variedades de tomate. Esto, según se ha muestreado en un estudio realizado por especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
Al respecto, Felipe Santamaría, investigador del programa de hortalizas en el Campo Experimental Mocochá del Instituto, explicó que el muestreo se realizó durante varios meses con cultivos de ciclo largo y corto, por lo que se corroboró que el abono orgánico animal de nuestra empresa contiene más nitrógeno que el orgánico vegetal. El nitrógeno es un nutriente esencial para las plantas.
Además, agregó que el Biosólido es muy fácil de aplicar: “el producto no tiene olor a comparación de cualquier abono orgánico podamos utilizar y cuando lo incorporamos al suelo evita que al hacer el riego se formen piedras”.
Después de verificar, en semanas pasadas, las aportaciones de nuestro abono a los cultivos de ciclo corto; ahora en el campo del INIFAP se obtuvieron resultados positivos con los cultivos de ciclo largo. El estudio se aplicó a dos variedades de tomate, el criollo y el saladet.
Felipe Santamaría explicó que, en el caso del tomate criollo, “muy apreciado en la cocina yucateca”, al no utilizar el Biosólido se obtuvieron sólo tres tomates, mientras que cuando se aplicó el producto natural aumentó hasta las “dos veces y media” el número de frutos obtenido en la cosecha.
En ese mismo sentido, según el gramaje aplicado al cultivo, el tomate saladet reflejó una producción muchísimo más alta con el aporte de nutrientes del abono animal de la empresa.
El especialista del INIFAP manifestó que con una dosis de 750 gramos de Biosólido se obtuvieron 55 toneladas de fruto por hectárea y se alcanzan hasta las 60. También detalló y recalcó que estos resultados se obtuvieron aun cuando las semillas se sembraron el 6 de enero, de forma tardía.
“Nosotros producimos plantas en invernadero, no la trasplantamos a las seis semanas como normalmente se hace, la pasamos a contenedores, la dejamos casi un mes más, cuando trasplantamos cubrimos con una tela para proteger el cultivo de ciclo largo y empezamos la cosecha el 21 de abril ya con calor. Pero el conjunto de la variedad que usamos, con la tecnología de proteger de la mosca blanca, el sistema de riego y la nutrición con el Biosólido Kekén nos dio ese resultado”.
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