México se posiciona como uno de los países con mayor consumo de carne de cerdo per cápita en la región, reflejando una tendencia que mezcla tradición e innovación gastronómica.
En toda América Latina, la carne de cerdo ha ganado un lugar destacado en las mesas de millones de personas. A lo largo de los años, este alimento ha dejado atrás mitos y percepciones erróneas para consolidarse como una opción saludable, versátil y cada vez más demandada.
Un consumo en crecimiento
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), América Latina experimenta un crecimiento sostenido en el consumo de carne de cerdo en las últimas décadas. Países como Brasil, Argentina, Colombia, Chile y, por supuesto, México, han visto un aumento significativo tanto en la producción como en la preferencia del consumidor por este tipo de carne.
Este auge responde a varios factores: la mejora en los procesos de producción y trazabilidad, la percepción de la carne de cerdo como una fuente accesible de proteína de alta calidad, y su adaptación a los nuevos estilos de vida, con cortes más magros y saludables.
México: tradición, sabor e identidad
En México, el consumo de carne de cerdo se celebra. Desde los tacos al pastor hasta la cochinita pibil, pasando por los tamales, carnitas y chicharrón, este producto es protagonista de una gastronomía que mezcla raíces prehispánicas con influencias coloniales y modernas. El consumo per cápita en el país ha superado los 20 kilogramos anuales, posicionando al cerdo como una de las principales fuentes de proteína animal, sólo detrás del pollo.
Este crecimiento también se ha visto impulsado por campañas de educación alimentaria que han ayudado a derribar mitos sobre la carne de cerdo. Hoy se reconoce como una carne magra, rica en hierro, zinc y vitaminas del complejo B, que puede formar parte de una dieta equilibrada.